Rosenpur/Las aventuras de un conejo

Era una mañana tranquila, había nevado durante la noche y las luces tempranas de un sol muy tenue mostraban un bosque blancecino y solitario.
Los pinos se elevaban a una gran altura y en el suelo la escarcha cubría el musgo. La mirada del sol iluminaba en pocos minutos todo en derredor.
De pronto algo, un movimiento apenas: sólo un animal como Rosenpur se aventuraba a salir cuando toda la fauna estaba al resguardo del frío.
Saltaba al compás de sus silbidos perdiéndose un poco en aquella atmósfera , pues él era tan níveo como su alrededor, salpicado por unas manchas grises que asemejaban las rocas del lugar. Tenía la piel de textura suave y lisa, orejas largas y cola redonda, un conejo perfecto.
Lanzaba fuertes risotadas al escuchar decir que era goloso, manipulador y muy testarudo. Poseedor de una gran inteligencia a menudo lograba convencer a cualquiera de hacer lo que en un principio rehusaban.
Esa mañana el hambre era mayor que su prudencia. Decidido, salió de su madriguera chiflando, tratando (en el fondo) de esconder su miedo a los zorros quienes gustaban de cazar a los descuidados del bosque.
De repente, se detuvo olvidandolo todo, sus ojos asombrados topaban con la zanahoria mas grande que había visto en su vida.